La intolerancia alimentaria o intolerancia a los alimentos son reacciones adversas del organismo hacia alimentos que no son digeridos, metabolizados o asimilados completa o parcialmente.
Hay que diferenciar dos tipos de intolerancia alimentaria según el proceso por el que ocurren: las intolerancias alimentarias metabólicas y las intolerancias alimentarias inespecíficas. Las primeras se producen porque el organismo no digiere bien o no metaboliza correctamente el alimento, lo cual es debido a un fallo orgánico. Las segundas son debidas a que el organismo no asimila adecuadamente el alimento, independientemente del estado clínico del individuo, es decir, se produce tanto en personas sanas como no sanas y la intolerancia se la provoca el alimento en sí al organismo y no al revés, como en el primer caso.
Las intolerancias metabólicas se detectan mediante pruebas específicas de la intolerancia que se trata de diagnosticar, ya que se producen por un déficit metabólico que hay que detectar, como es el caso de la intolerancia a la lactosa, en la que el organismo tiene un déficit completo o parcial de la enzima lactasa, la cual es la que metaboliza a la lactosa. Cuando hay este déficit el alimento que contiene lactosa se digiere mal y produce ciertos trastornos digestivos o de otro tipo. Procesos similares ocurren en otros casos, como la intolerancia a la fructosa, o en otro orden de cosas, con la intolerancia al gluten, etc. Algunas de estas intolerancias, en la Clínica de Nutrición y Genética Madrid, se determinan mediante técnicas de análisis genético molecular del ADN.
Las intolerancias inespecíficas son muy complejas y de difícil diagnóstico. Se producen por una mala asimilación del alimento, de modo que la parte que no se procesa de forma adecuada puede acabar produciendo ciertos trastornos en el individuo (que se mencionan más adelante). Sin embargo, hay que tener en cuenta que no siempre el consumo de los alimentos intolerantes nos puede producir estos efectos adversos, incluso puede producirlos en ciertas ocasiones y en otras no. No obstante, como no sabemos cuando se puede desencadenar su efecto, siempre es recomendable eliminarlo completamente. También hay que considerar que este tipo de intolerancia no es de por vida, sino que es transitorio, cambia con los hábitos alimentarios, con el tiempo y con el estilo de vida. Por ello, los métodos de detección de las intolerancias alimentarias inespecíficas no pueden ser genéticos, por el hecho de ser cambiantes.
Las intolerancias alimentarias inespecíficas son propias de cada individuo, es decir, una persona puede ser intolerante a alimentos que no lo son para otra y, además, dependen del estado en que consumimos un alimento, es decir, de su composición, de modo que cuando ésta varía, puede variar su capacidad de generar la intolerancia. Esto quiere decir que la intolerancia no la produce un componente del alimento, sino la forma en que lo consumimos, lo cual nos lleva a diferenciar entre intolerancia alimentaria y alergia, dos procesos muy diferentes y que no tienen relación entre sí: podemos ser intolerantes a un alimento pero no necesariamente alérgicos al mismo.
La alergia es una reacción inmediata del organismo en la que se producen principalmente inmunoglobulinas E (Ig E), como consecuencia de la presencia de determinadas sustancias que son identificadas como cuerpos extraños por el organismo, mientras que la intolerancia es un proceso más lento y de difícil detección, cuyas manifestaciones suelen ser difusas y difíciles de relacionar con su causa.
Las intolerancias pueden ser provocadas por alimentos, bebidas, aditivos, fármacos o productos de otro tipo ingeridos accidentalmente. Se desconoce, en gran medida, el mecanismo por el que se originan, no obstante, sabemos que se producen por la acumulación de componentes de los alimentos que no se asimilan correctamente y ello genera una reacción inflamatoria que en ocasiones se manifiesta con diversos síntomas clínicos. Es decir, cuando se produce una intolerancia alimentaria, uno o varios alimentos generan una respuesta anormal del organismo y desencadenan unos trastornos, bien digestivos, bien de otro tipo, que en la mayoría de los casos, no se relacionan con el o los alimentos que los originan, ya que se producen síntomas inespecíficos que conducen a patologías crónicas.
Las intolerancias alimentarias producen una serie de trastornos diversos. Entre los más habituales, que se han relacionado con intolerancias alimentarias, y que en la mayoría de los casos, tras suprimir el o los alimentos que los producen, se han podido corregir, están los siguientes:
En definitiva, mediante el diagnóstico y la eliminación de los alimentos que no se toleran se han conseguido mejorías significativas de los síntomas en más de la mitad de los casos. En general, la mejoría se percibe al cabo de uno o dos meses de haber instaurado la alimentación adecuada. Se trata, por tanto, de una opción clínica muy importante y a tener en cuenta cuando se manifiestan dichas patologías, ya que mediante un sencillo test éstas se pueden reducir o eliminar completamente. En la Clínica de Nutrición y Genética Madrid disponemos de distintos métodos para identificar las intolerancias alimentarias y ayudar a su tratamiento, para conseguir una recuperación del estado normal de salud.